El viaje de una monja por la duda y la búsqueda de la verdad espiritual
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Me llamo Nicoletta y he vivido durante años en el convento, dedicándome la vida al servicio de los demás y a seguir el camino de fe que he elegido. Mi día está salpicado por oraciones, celebraciones litúrgicas y momentos de silencio y reflexión. Pero hoy en día, algo ha cambiado. Sentado en mi sencilla cama en la habitación, miro por la ventana. El jardín del convento está en floración, las coloridas flores bailan suavemente bajo el viento de primavera. Pero su esplendor no me anima. Una pesadez me oprime el corazón, un pensamiento que se ha colado en mí como una carcoma. No puedo sacudir la idea de que ya no creo en Dios. Al escuchar a los pájaros cantar, recuerdo los momentos en que la fe era un refugio seguro para mí. Las oraciones nocturnas, la luz de las velas, la comunión con las hermanas. Pero ahora, mientras me esfuerzo por recitar las palabras que alguna vez fluyeron naturalmente, me siento un vacío incumplible